En el libro de Tracy Kidder, ganador del Premio Pulitzer, “El alma de una nueva máquina”, el término “alma” captura la esencia intangible y el espíritu humano que impulsa la creación tecnológica.

Kidder ilustra esto maravillosamente a través de la historia de la construcción de la primera “superminicomputadora” de Data General, destacando la pasión, la dedicación y la inversión personal de los ingenieros.

Esta “alma” es la esencia que impulsa la innovación tecnológica, convirtiéndola en algo más que un simple proceso mecánico, sino en una labor de amor y ambición.

La importancia histórica de Agile

La metodología ágil, muy parecida al espíritu que describe Kidder, surgió como un enfoque transformador en el desarrollo de software.

Incorporó valores que fomentan la flexibilidad, la colaboración y la creación de valor incomparable. Salesforce es un excelente ejemplo del éxito de la metodología ágil, ya que encabezó la lista de Forbes de las empresas más innovadoras del mundo durante cuatro años consecutivos entre 2011 y 2014.

Agile cambió las reglas del juego, revolucionando la forma en que los equipos abordaban los proyectos y obtenían resultados.

Imagen generada por Midjourney

La degradación de la alma de Agile

Sin embargo, con el tiempo, la alma de Agile original ha disminuido.

Lo que alguna vez fue una práctica vibrante e impulsada por valores se ha convertido en un ejercicio de casilla de verificación.

Los stand-ups y otros rituales ágiles a menudo se sienten más obligatorios que significativos, perdiendo la esencia que alguna vez los hizo poderosos.

El espíritu y el alma de la metodología ágil, que enfatizaba la flexibilidad, la colaboración y la entrega de valor real, parecen haberse desvanecido en muchas organizaciones.

Confusión ágil: contenido versus contenedor

Voy a utilizar una convincente analogía de películas y cintas VHS para ilustrar este punto.

Así como las películas han trascendido, sus contenedores VHS han encontrado medios nuevos y más efectivos, Agile también debería trascender los marcos rígidos y las herramientas que han llegado a definirlo.

La distinción entre prácticas ágiles (métodos), marcos (metodología) y principios rectores (mentalidad) se ha desdibujado.

Hemos combinado el contenido (el alma de lo ágil) con el contenedor (las metodologías y herramientas), lo que lleva a una pérdida del verdadero espíritu ágil y sus fundamentos.

El entusiasmo original del Manifiesto Ágil

Cuando se creó el Manifiesto Ágil, estaba impulsado por un conjunto compartido de valores basados ​​en la confianza, el respeto y la colaboración.

Era la novedad más grande en el mundo del desarrollo de software.

Los primeros firmantes expresaron inmensa esperanza y compromiso con estos valores.

El manifiesto era más que un conjunto de principios; fue una declaración de una nueva forma de pensar y trabajar que priorizaba a las personas y las interacciones sobre los procesos y las herramientas.

La necesidad de reinventar Agile

A pesar de las decepciones y los gritos de “Agile is Dead” constantes, existe un movimiento creciente para revivir el verdadero espíritu de Agile.

Autores como Joshua Kerievsky en “Joy of Agility” y Alistair Cockburn en su iniciativa “Heart of Agile” enfatizan la reconexión con los valores fundamentales de Agile.

Estos trabajos sirven como guías e inspiración para quienes buscan profundizar su comprensión de lo que significa ser verdaderamente Agile.

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El futuro de Agile

De cara al futuro, existe un argumento convincente para renovar nuestro enfoque en los principios originales de la metodología ágil para afrontar los desafíos que plantean las tecnologías emergentes como la IA y la biotecnología.

Al aceptar el cambio, fomentar la colaboración y mantener al cliente a la vanguardia, la comunidad ágil puede liderar futuras transformaciones tecnológicas y organizativas.

Una llamada a la acción

Para revivir la alma de Agile, debemos defender sus valores originales.

Te animo a que tus equipos acepten el cambio, trabajen juntos sin problemas y mantengan al cliente en el centro.

Reimaginemos el espíritu y el alma de Agile eliminando los marcos rígidos y redescubriendo los principios básicos que hicieron que Agile fuera revolucionario.

El alma de Agile no se pierde; simplemente necesita ser reavivada, reinventada, reimaginada.

En conclusión, el viaje para reinventar la metodología ágil consiste en regresar a sus raíces y abrazar los valores que alguna vez la convirtieron en un modelo de innovación y colaboración.

Honremos el espíritu ágil y restauremos su alma, asegurándonos de que continúe generando valor e innovación en los años venideros.

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